ARQUITECTURA E INTERIORISMO.
La nueva casa de Luis Laplace y Christophe Comoy en París está enriquecida por numerosas obras de arte, objetos antiguos y otros vintage, joyas de diseño y ese ‘je ne sais quois’( ese no se qué ), que dan un valor especial a la decoración, y reflejan la pasión por el coleccionismo de sus propietarios. Ambos estrenan, quince años años después de mudarse, el cambio que merecía su apartamento, con una apuesta ecléctica dónde al estilo arquitectónico haussmaniano, le insertan un mix de influencias contemporáneas y asiáticas.
A Luis Laplace y a su socio, Christophe Comoy, les ha costado muchos años encontrar el tiempo necesario para completar la renovación de su apartamento en París. Se instalaron en 2007 en este piso de 185 metros cuadrados en la elegante Place Saint-Georges, pero con el sinfín de proyectos y encargos privados por todo el mundo y la expansión de sus oficinas al edificio contiguo, acometer esta tarea no ha sido fácil.
La vivienda, de dos dormitorios y estilo haussmanniano, conserva en gran parte los distintivos originales, con una serie de ostentosas salas de recepción, suelos de espiga, elaboradas molduras y altísimos techos de tres metros. Está en consonancia con sus vecinos de la histórica plaza: al lado se encuentra una recargada mansión neogótica, que fue el hogar de la famosa cortesana La Païva, y enfrente, un palacete reconstruido en 1873 para el primer presidente de la Tercera República, Adolphe Thiers. "Los espacios son muy ornamentales, pero habría sido una pena suprimir los elementos que representan la escencia del estilo haussmanniano y crear algo contemporáneo", comenta el arquitecto sobre los elementos existentes, que la pareja ha yuxtapuesto en su característico estilo, mezclando antigüedades y muebles de diseño propio con obras de arte de algunos amigos, como Martin Creed o Rashid Johnson, entre muchos otros.
Para generar intimidad y resaltar las cuatro zonas de estar que fluyen desde el vestíbulo, Laplace y Comoy decidieron renunciar a la disposición original enfilada de las habitaciones y bloquear las áreas de paso. La estancia más amplia es ahora un acogedor salón que pone de relieve su sensibilidad como coleccionista, con esas joyas antiguas que tardan décadas en conseguirse y por las que les buscan sus clientes. En el lado opuesto, la lámpara de Jacques Adnet, de 1934, que en su día ocupó un lugar de honor en el pied-a-térre parisino de Andy Warhol, en la rive gauche, es el perfecto contrapunto. Encima, el tríptico de Rashid Johnson, Anxious Painting Triptych "Dreams Come True", se superpone a los adornos de la pared y las puertas.
Distribución a la medida
La devoción de los propietarios por la cerámica de principios y mediados del siglo XX, dispuesta a distintas alturas, también es evidente. Se sientan a menudo en el suelo, sobre el que descansan libros, esculturas, vasijas y jarrones." Siempre obtienes un punto de vista diferente al observar las cosas de cerca", comenta el creativo. En el comedor, las paredes oscuras y el techo dorado crean un efecto evocador. Aquí, en la mesa de mármol rojo diseñada por Laplace, se celebran cenas íntimas bajo el resplandor de un intermitente neón rosa de Martin Creed. En el edificio de al lado, cuentan con una amplia zona abierta al jardín para recibir invitados, así que optaron por una cocina de dimensiones más reducidas y por dedicar más espacio a sus dependencias privadas, entre las que se encuentran el dormitorio principal y el baño.
Cuando pasado y presente conviven en armonía
En una de sus mayores intervenciones, dijeron adiós a la chimenea y a las llamativas cornisas con la intención de conseguir acabados puros. "Era importante lograr un ambiente relajado, así que hicimos estas estancias más generosas y acogedoras", prosigue. Para el dormitorio, diseñó el cabecero y la cama –situada en el centro de la habitación– y ocultó el armario con cortinas de color verde intenso en lugar de instalar puertas. Al lado nos topamos con un moderno baño de doce metros cuadrados. En este majestuoso lienzo en blanco, la pareja vuelve a combinar lo mejor de hoy con tesoros de ayer. Como la ducha de mármol patchwork, diseñada por el dueño de la casa al "estilo Mondrian", y otra de sus raras adquisiciones: una luminaria dorada de más de un siglo de antigüedad, firmada por Armand-Albert Rateau, que fue propiedad de la maestra de la alta costura Jeanne Lanvin y, más tarde, de Karl Lagerfeld. Este rincón, en concreto la gran bañera exenta, es el lugar preferido de Comoy. "Al principio, Luis pensaba que el baño era un poco exagerado porque la cocina es pequeña, pero a mí me encanta", y añade: "No siempre estamos de acuerdo en todo, pero sí en cómo llegar al destino".
La lámpara colgante de madera dorada, de Armand-Albert Rateau, de 1925, fue creada para Jeanne Lanvin y más tarde fue propiedad de Karl Lagerfeld.
La nueva vida de un apartamento lleno de contrastes y texturas en pleno corazón de París
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