Una casa sencilla y luminosa enclavada en Campos, Mallorca, inspirada en las granjas y la arquitectura típica de piedra arenisca.
Los materiales naturales y locales son el núcleo de esta casa mallorquina, construída utilizando técnicas centenarias y otras más actualizadas. Al ver su calidez y belleza,resultará difícil creer que fue uno de los primeros proyectos del Arq. Ernest Bordoy.
El principal propósito era materializar una vivenda sencilla, que se integrara al máximo en el entorno rural al que pertenece y utilizara materiales locales para integrarse más con el entorno.El resultado es una vivienda sostenible y cálida.
El proyecto se inspiró en las vaquerías típicas del paisaje mallorquín (naves alargadas, de planta baja, con un ritmo regular de aperturas y pilastras) y las construcciones en marés, una piedra natural típica de la zona que reviste las casas tradicionales.La mayoría de estas viviendas fueron erigidas por los arquitectos Jørn Utzon ( danés ), Can Lis y Can Feliz; los trabajos de TEd'A Architectes (Best of España 2020) o las obras recogidas por G. Oliver Sunyer y N. Garcia Iniesta, aparecen en el volumen Construir en marés de 1997.
La piedra de marés se ha utilizado durante siglos en la isla. La Seu, la catedral de Mallorca, está hecha con este material. Sin embargo, es una técnica que se había abandonado casi totalmente, quedando por lo general limitada a muros de cierre de parcela y cosas por el estilo, por eso la relevancia de volver a utilizar esta piedra de singular valor y compatibilidad con el entorno.
Los muebles, bancos y mesas de madera que visten y dan uso a cada uno de los muros de marés, como los muebles de la cocina, están hechos a mano por carpinteros locales.
Por suerte, algunos constructores locales que aprendieron el oficio de sus padres todavía conservan parte del conocimiento del adecuado uso del marés. Ese fue el caso de Joan Porquer, constructor de Ca Na Catalina. No obstante, pese a contar con su experiencia, el método constructivo fue el mayor desafío al que se enfrentó el despacho en este proyecto.
Actualmente la técnica constructiva de marés se está recuperando paulatinamente y cada vez son más los arquitectos que las han recomenzado a usar
en sus proyectos.
Actualmente, la técnica constructiva de marés se está recuperando paulatinamente, y cada vez son más los arquitectos que las incorporan a sus proyectos.
El pasillo es completamente luminoso gracias a la cristalera que lo recorre.
Por una parte, el complejo encaje del sistema constructivo con las exigencias normativas actuales: la solución tradicional debía adaptarse para introducir aislamientos térmicos y niveles de impermeabilización de acuerdo con las exigencias actuales. Por otra parte, al tratarse de un material natural sin ningún tipo de transformación industrial, no existe certificado de calidad posible. Los controles de calidad en cantera son meramente visuales y acústicos. Se tuvo que llevar a cabo un intenso control mediante ensayos de laboratorio de las partidas de marés que llegaban de la cantera.
Los muebles, bancos y mesas de madera que visten y dan uso a cada uno de los muros de marés, como los muebles de la cocina, están hechos a mano por carpinteros locales.
La barra que separa la cocina del salón-comedor.
Además, el estudio introdujo en el proyecto una serie de elementos de hormigón armado que absorbieran los esfuerzos horizontales que no podía confiar a los muros y al marés. Estos se añadieron en los elementos que salen del volumen principal, como la chimenea del salón, el escritorio de la habitación o la cocina.
La confianza que me brindó Catalina ,la persona que me encargó el proyecto fue un estímulo singular para obtener el resultado logrado.
Gracias a la adición de un patio en el centro de esa ‘nave’ inspirada en las vaquerías de la que partió el proyecto del Arq. Bordoy, estas estancias están ordenados de manera que la zona de noche y la de día se encuentran separadas entre sí. Más allá de eso, se disponen tres cuerpos auxiliares de servicios, que albergan la cocina y la chimenea al cuarto de estar, además de la ventana-escritorio en la habitación principal. Los baños y las habitaciones secundarias se conciben como un cuerpo bajo de marés dentro de la nave, entre el patio y la habitación principal.
La casa de Catalina ocupa 200 m2, la atmósfera de la casa es alegre, acogedora, cálida y luminosa.
Los pocos muros revestidos es realizan con mortero de cal fabricado a 15 kilómetros de la obra, que cuenta con grandes calidades bactericidas y fungicidas y, al mismo tiempo, ayuda a regular la humedad del ambiente.
Este ambiente que abraza con liviandad se ha conseguido gracias a diferentes estrategias: Para nosotros era importante que los muros, íntegramente de marés, estuvieran bañados de luz para dar ligereza al espacio, evitando así un ambiente excesivamente cargado. Así, en la fachada principal, orientada al sureste, el pesado muro de marés se deshace transformado en pilastras. Además, una serie de lucernarios por encima del volumen de la cocina permiten una agradable ventilación cruzada en verano, a la vez que llenan de luz la parte alta de la cubierta, que de otro modo sería un espacio oscuro e intimidante, explica Bordoy.
Los colores empleados también ayudan a enfatizar estas condiciones de luminosidad y calidez. “Al tratarse de una vivienda con muros interiores y exteriores de marés, los tonos arena son los que predominan tanto en la fachada, integrándose en el entorno rural, como en el interior, dando calidez al espacio. Las juntas de marés blancas y los elementos de hormigón blanco, tanto estructurales como en el pavimento, ofrecen un contraste de luminosidad y claridad inigualables, afirma Bordoy.
Y continúa: “La estructura de madera de la cubierta y el mobiliario se mantienen en esta paleta de beiges y ocres. También las baldosas de barro esmaltadas de la cocina y el baño son de tonos terrosos. El objetivo de todo ello era, por una parte, aprovechar la potencialidad de texturas y tonos de los materiales naturales sin revestir, y por otro crear un ambiente cálido y sugerente hápticamente, que estuviera a su vez en sintonía con la gama cromática que envuelve el edificio”.
Todos los materiales mencionados son naturales, y la mayoría, también de procedencia local, como el mencionado marés (cuyos muros y tabiques representa la mitad de emisiones respecto a una solución de bloque de hormigón y yeso laminado), el mortero de cal que reviste algunos de los muros, procedente de una fábrica situada a 15 kilómetros de la obra, o la baldosa de barro esmaltada, cocida con hornos de biomasa y fabricada también muy cerca del emplazamiento del proyecto.
Todo esto ha reducido un 30% la contribución al calentamiento global del edificio respecto a un edificio equivalente con materiales convencionales, lo que supone un ahorro de 21 toneladas y media de CO2eq (el equivalente a dar tres vueltas completas a la Tierra en un coche de gasolina).
Además, la decisión de apostar por materiales como el corcho natural o el algodón reciclado, empleados para aislar la cubierta y las fachadas respectivamente, aporta salud a los habitantes de la casa, evitando componentes orgánicos o químicos volátiles. Y el hecho de contar con productos de proximidad no solo afecta positivamente al tejido empresarial de la zona, sino que también ayuda a integrar la vivienda en su contexto.
La recuperación de la técnica constructiva tradicional mallorquina del marés evoca el imaginario cultural colectivo. Si otros materiales y acabados son utilizados indistintamente en todo el mundo, las técnicas constructivas endémicas permiten alejar la arquitectura de una homogeneidad descontextualizada”, culminan desde Ernest Bordoy Arquitectura.
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