INTERIORISMO.
ESTA CASA ES UNA CLARA DEMOSTRACIÓN QUE CUANDO INCORPORAMOS OBRAS DE ARTE A NUESTRO HOGAR, ESTAS LO TRANSFORMAN EN UN ESPACIO POTENCIADO, EMBELLECIDO, VALORIZADO.
Como en un poema este dúplex reúne piezas diferentes pero únicas. Está en el barrio de Salamanca, en Madrid, y lo firma Luis Puerta.
La doble altura y el formidable espacio de este dúplex “atraparon” por completo a sus propietarios, una joven pareja de coleccionistas de arte. Era absolutamente perfecto para vivir, pero más aún para albergar obras de arte,algunas de gran formato, esculturas y muebles únicos. Las generosas superficies y la iluminación natural permitían convertir la casa en el mejor de los espacios expositores. En el proyecto ha participado el reconocido galerista barcelonés Miquel Alzueta contribuyendo con importantes obras de arte y mobiliario del siglo XX.
La vivienda es una construcción reciente y cuenta con más de 300 m2, pero aún así necesitó algunos cambios para adaptarla al que sería su valioso contenido. Para este trabajo de reconversión, se confió en el estudio del interiorista Luis Puerta, que maneja como nadie las superficies abiertas y da especial importancia al equilibrio entre piezas, a la circulación, al vacío y al empleo de la luz. Él mismo explica en qué consistió la intervención:no hubo reforma, pero la casa se compró antes de terminarla y esto facilitó que pudiéramos modificar la distribución original. Hicimos espacios más amplios, en consonancia con la rotundidad de las piezas que se iban a exhibir, pero que no resultaran fríos y fueran muy vivibles, con una mejor comunicación entre ellos. Se realizó un proyecto de interiorismo nuevo, sustituyendo materiales y acabados.
La vivienda está repartida en dos plantas unidas por una liviana escalera con peldaños suspendidos y barandilla de cristal que queda incorporada en el salón de manera casi orgánica.
Como en todos los trabajos de Luis Puerta, se partió de la estructura arquitectónica para revalorizar la colección de arte del propietario: la altura, sus grandes cristaleras y, cómo no, sus impresionantes vistas. Nada como una paleta de colores claros -blanco y tonos naturales para potenciar la luz y poner el fondo neutro que el arte necesita: las paredes se pintaron con esmalte mate y el suelo se revistió de madera de roble. En cuanto a la iluminación artificial, no hay apenas lámparas colgantes, de pie o sobremesa, solo focos sin marco dirigidos desde el techo y bañadoras de suelo.
Espacio expositor. El inmenso salón se llena de contenido con piezas de arte y muebles de autor.Los sillones de madera son piezas originales de Pierre Jeanneret.
El mobiliario rinde homenaje a los grandes maestros del diseño del siglo XX. Como ejemplo, el banco Tokyo de los años 50, apoyado en el respaldo de unos de los sofás. Es una pieza original de Charlotte Perriand. Jean Prouvé es autor de la puerta de aluminio que hizo para la Maison Tropicale . Esta pieza de derribo se expone colgada del techo, delante de la cristalera.
Fotografía urbana. La pared de cristal introduce en la zona de estar una imagen colosal de la ciudad. Sofás blancos dispuestos en “L” amueblan este impresionante espacio. Entre ellos se exhibe la escultura-cara de Jaume Plensa, Study for Lou (2017).
Buena circulación. Los muebles auxiliares de pequeño formato permiten cómodos desplazamientos, tanto delante del sofá, acompañado de mesitas de madera diseñadas a medidados del siglo XX por George Nakashima, como en las zonas de paso. Junto al acceso al comedor, al fondo y junto a la puerta de Prouvé, destaca otra mesita: se trata de una edición limitada de Francesco Balzano.
El minimalismo decorativo, la fluidez, la ligereza, la sencillez exquisita son personalísimas señas de identidad de la casa... y del interiorista que está detrás de la misma. Nada es accesorio, se ha hecho una cuidada selección de lo que de verdad importa.
Muebles icónicos de genios del diseño del siglo pasado, como Prouvé, Perriand o Jeanneret, adquiridos en las prestigiosas galerías de París, Laffanour Galerie Downtown y Galerie Patrick Seguin, así como en Alzueta Gallery, de Barcelona, junto a firmas italianas de mobiliario contemporáneo. Y una excepcional antología de artistas pintores, escultores, ceramistas que se pueden disfrutar en la cotidianidad del día a día. Así, de la manera más natural. No sólo se trata de amor al arte, a esto se le llama ¡pasión por la belleza!
El juego cromático blanco-negro-madera reina en toda la casa, con notas sueltas de colores más vivos, como el verde o el rojo.
En el comedor, a la derecha, un duelo de líneas rectas y curvas aporta personalidad y dinamismo. Los cuadros expuestos en él son de Tàpies y de Jordi Alcaraz, y el jarrón de cristal de Murano que adorna la mesa se adquirió en antigüedades Mestizo.
En cualquier esquina aguarda una sorpresa inesperada, como este busto de piedra del siglo XVIII que escolta el comedor y procede del Sudeste Asiático.
La cocina es una superficie inmaculada e híper funcional de líneas rectas, muy depuradas. El suelo de madera clara crea un cálido contrapunto.
Un precioso aparador sirve de soporte a diversos objetos. Es un mueble original de Charlotte Perriand. La máscara primitiva del Tibet data de 1900.
La luz es el lujo en un dormitorio apenas equipado con mesillas de travertino a medida. El estante de madera con pequeño cajón es de Jacques Jarrige.
En el cuarto de baño, lavabo suspendido y estante fabricado en piedra de bello veteado. Los grifos en tono cobre aportan brillo sobre el color negro de aquella, así como los frascos de perfume de Penhaligon´s Portraits sobre la encimera.
Su principal referencia es el gusto por lujo sin estridencias, natural, a medida y muy personalizado. De esta manera define su estilo inconfundible un interiorista que cuenta con una importante trayectoria, especialmente en el ámbito residencial. En este dúplex ha demostrado una vez más, que dotar de esencia y sensibilidad a los interiores es su especialidad.
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